Guía Práctica para Solucionar Problemas

¿Te sientes agobiado/a y no sabes cómo solucionar un problema o varios?
¿No sabes por dónde empezar?
A todos nos ha pasado alguna vez, que nos hemos sentido desbordados, angustiados, perdidos y no sabemos cómo afrontarlo, pero por suerte hay algunas técnicas que ayudan a la resolución de problemas.
Si tienes algún problema actualmente que te gustaría solucionar, sigue leyendo y si crees que no tienes problemas, es importante identificar si es una realidad o estás evadiendo el problema para no tener que enfrentarte a él.
El primer paso para solucionar un problema es reconocerlo
Una manera de reconocerlos sería prestar atención a tus emociones, la ansiedad, culpa, enfado, decepción, etc. pueden ser señales, no son el problema, sino la consecuencia de este.
Lo primero que debo decirte es que los problemas forman parte de la vida diaria, si tienes problemas significa que estás vivo/a.
Lo importante es afrontarlos de una manera que no distorsionen mucho tu vida y ser consciente de que su solución requiere una inversión de tiempo y esfuerzo, nadie los va a solucionar por ti.
Ten en cuenta que los problemas son oportunidades para aprender algo nuevo o de cambiar para mejorar.
Si te enfocas en ver el problema como un fracaso o amenaza sólo conseguirás sentir más ansiedad y puede llevarte a conductas de evitación, en lugar de resolución.
Por ejemplo, a nadie le gusta hacer entrevistas de trabajo, si te enfocas a pensar “odio las entrevistas, voy a hacer el ridículo, ojalá se pase pronto”, te generará ansiedad e intentarás escapar, en lugar de buscar la solución.
Lo que te ayudará a encontrar la solución será, primero identificar cuál es la amenaza, por ejemplo, en el caso anteior, la amenaza podría ser, no hacer una buena entrevista y por consiguiente no obtener el puesto de trabajo.
Es importante que te preguntes, ¿cuál es la oportunidad para ti en esa situación?
Las entrevistas no son fáciles para nadie, pero son una oportunidad para practicar cómo “venderte”, algo que necesitarás en varias ocasiones en tu vida.
Párate, reflexiona e identifica las oportunidades, en vez de bloquearte con las amenazas.
Empecemos con la práctica para solucionar problemas
Decide qué problema quieres abordar, quizás tengas varios, si es así, considera la gravedad, malestar que te producen y la facilidad de resolución de cada uno.
Si te encuentras en un momento de baja motivación o angustia, mejor empieza por los de más fácil solución.
Ahora es el momento de definir bien el problema
Pregúntate:
¿Quién está implicado?
¿Qué sucede o qué no sucede que molesta?
¿Con qué frecuencia, duración y/o intensidad sucede?
¿Dónde sucede?
¿Cuándo sucede?
¿En qué circunstancias?
¿Qué factores contribuyen a que siga sucediendo?
¿Cómo respondes?, ¿qué haces? ¿qué piensas? ¿qué sientes?
¿Qué consecuencias se derivan?
¿Cómo reaccionan los otros?
Sé específico/a en lugar de decir “mi pareja no me quiere”, describe el problema, “mi pareja ya no pasa tiempo conmigo”.
Distingue un hecho de una interpretación.
Siguiendo el ejemplo anterior, puede que tu pareja tenga mucho trabajo en este momento y menos tiempo libre.
Aquí se estaría planteando un problema que no existe, no es que tu pareja no te quiera, sino que en este momento no tiene tiempo debido a las tareas laborales.
Es importante establecer metas específicas y realistas.
Tus metas pueden orientarse hacia: cambiar la situación, superar un obstáculo para logar dicho cambio, adaptarse a la situación problema, superar un obstáculo para lograr dicha adaptación.
Retomando el ejemplo anterior, una meta específica sería: “hablar cada día un rato con mi pareja”.
No sería una meta específica decir: “que mi pareja esté para mí”.
Puede ayudar crear submetas como pasos para llegar a la meta final.
Ahora que ya tienes definido el problema, es hora de pensar en posibles soluciones.
Intenta ser creativo/a, pensar en aproximaciones diferentes a las que sueles hacer, no caer en viejos hábitos.
Puedes tomar como referencia como solucionaste otro problema anterior o como lo hicieron otros, pero sin limitarte a esas opciones.
Puedes crear una lluvia de ideas.
Una vez tengas tu lista, sigue los siguientes pasos:
Haz un cribado, elimina aquellas que conlleven consecuencias negativas y las que no sean factibles.
Piensa en los posibles resultados de cada solución que han quedado en la lista. Consecuencias positivas y negativas, beneficios, ganancias, costos, pérdidas, si son a corto o largo plazo, el tiempo y esfuerzo requeridos, efectos en el bienestar emocional, físico, psicológico y económico, el efecto que puede tener en otras metas personales y en otras personas.
Evalúa las soluciones, compara las distintas alternativas, puedes darles valor del 0 al 10 por ejemplo en cada una de las ventajas e inconvenientes.
Resumiendo, pregúntate:
¿En qué medida es probable que la solución alcance las metas propuestas?
¿Resolverá esta solución el problema?
¿En qué medida es probable es probable que me sienta bien o mal si pongo en práctica esta solución?
¿Cuánto tiempo y esfuerzo es probable que requiera esta solución?
¿En qué medida es favorable o desfavorable la razón beneficio/costos con esta solución? Considera aquí las consecuencias positivas y negativas, a corto y largo plazo de cada solución para ti mismo/a y para los demás.
¿Puedo llevarla a cabo realmente?
Una vez hayas evaluado todas las posibles soluciones, hazte las siguientes preguntas para elegir un plan de solución:
¿Hay una solución satisfactoria?
¿Necesito más información antes de poder seleccionar una solución?
¿Qué solución debo escoger para llevar a la práctica?
Puedes elegir una solución o una combinación de varias y tener un plan de contingencia, es decir si al aplicar la solución A, esta no funciona, se aplica la solución B, sino la C.
¿Ya estás listo/a para comenzar tu plan? Si te resulta angustioso, no sabes cómo empezar, te sientes atascado/a o perdido/a, puedes contactarme y te acompañaré en el proceso.