¿A qué sabe tu relación, a melón o a pepino?

¿Alguna vez te has encontrado en una relación donde no eras realmente feliz y te intentabas convencer una y otra vez de que la situación o la persona cambiaría? O tal vez, te encuentres ahora atrapada en ese bucle, con la esperanza de que todo cambiará o incluso llegues a creer que esa persona cambiará por ti un día, que aquello que le pides cambiar una y otra vez, acabará por cambiarlo.

¿Alguna vez has comprado un melón que estaba pasado y sabía rancio? ¿Qué has hecho, has seguido comiéndolo o lo has dejado? A veces nos quedamos en relaciones que son como melones rancios y seguimos comiendo del melón rancio esperando que en uno de los bocados de repente sepa bien, pero lo cierto es que por más que comas ese melón ya sabe mal, podrás adaptar tu paladar al sabor rancio con cada bocado que des pero por más que comas no harás que el melón sepa bueno. Esa persona que sigues esperando a que cambie, no lo hará por más que esperes esperanzada, si la situación sigue igual, nada cambiará, si ambos estáis acostumbrado a esa rutina de proceder la situación no cambiará sola, ni la persona que esperas que cambie debería hacerlo por ti, sino porque lo quiera hacer por si mism@ y a su ritmo y momento adecuado para él/ella. Puedes elegir seguir comiendo un melón podrido para siempre o sacar ese melón de tu cocina e ir a probar otros hasta encontrar el que sepa bueno para ti.

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